
No cierres los ojos; cuando los abras, todo seguirá ahí, en el mismo sitio.
No te tapes los oídos; cuando los destapes, seguirás oyendo lo mismo; como siempre.
No cierres la boca; más tarde o más temprano tendrás que volver a abrirla. Y cuanto más tardes en hacerlo, mayor será la brusquedad con que lo hagas.
No te quedes quieto; o cuando vuelvas a moverte, te dolerá todo el cuerpo.
No te duermas; o cuando despiertes, tendrás que empezar de nuevo.
Por contra...
Abre los ojos; mira al frente. Con los oídos en guardia.
Si tienes que decir algo, dilo. Y si cierras la boca, que sea porque no tienes nada que decir.
Y avanza; siempre hacia delante; con fuerza. Cuanto más largo sea el camino, mayor será la recompensa.
Pero nunca pienses en el fin del camino; tan sólo avanza.
No pienses en el fin del camino, pues no lo hay.
Genial!
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