martes, 30 de mayo de 2017

CIELO


No te olvides de mirar al cielo.
A veces se nos olvida que está ahí y cuando lo observamos, parece que lleváramos una eternidad sin verlo. Y eso no es bueno; nada bueno.
Hay quien lo mira y ve algo más; o al menos cree verlo. Yo solo veo el cielo y eso me basta. Una sola mirada te puede recargar las pilas más de lo que imaginas.
Llevamos la mochila a la espalda, más cargada de lo que debiera. Y solo vemos el suelo; gris, sucio, gastado.
El cielo, sin embargo, es azul, limpio y siempre parece nuevo.
Y siempre estará ahí, para que te deleites con él.
No te olvides de mirarlo. Nunca.


domingo, 7 de octubre de 2012

TAL VEZ...


 
Tal vez
La marea
Cubra un día mis ideas.
Que su espuma me peine,
Me limpie…
Que me limpie las heridas
Que los pájaros que me pueblan
Me infringen en la piel.
Que abandonen mi cuerpo,
Que éste tome otro color.
La luz no cegaría;
No habría dolor.

La medialuna en mi cara.
Suave mi expresión.
Blancos recuerdos
Antes olvidados.
Oigo la música.
Cosquillea por mis venas;
Sacia mi sed.
Me llena.

Tal vez
La marea
Cubra un día mis ideas.
Tal vez...

martes, 3 de julio de 2012

PIEDRA SOBRE PIEDRA - EL ÚLTIMO DE LA FILA

Entras sin llamar;
no te esperaba y el azar
como una trampa te tendió
en mi camino.
Yo nada pedí
y presumia de vivir
en la contemplación,
en el deleite del placer,
en la ansiada calma.
Tú,
boca que es tenue luz,
túnel de amor,
lodo traidor
que me haces resbalar
entrelazado a ti,
no quieras más,
más no te puedo dar.
Pájaro espino, pájaro sol,
imploro tu favor, pido protección,
que su antojo lima mi débil voluntad.
Golpea en el yunque de mi obsesión,
golpea y golpea que forjarás
ese metal precioso que es la serenidad.
Tira otra piedra, que has de ayudar,
piedra sobre piedra he de levantar
el dique que frene el brío de su amor.
Crece, florece, crecido estás.
al brote de tus tallos reverdeceras,
árbol de laurel que el invierno adormeció.
Tú,
vana presencia.
rosa en el ojal,
artificial,
nunca marchites.
Soplo de ausencia
muero por verte,
muero de amor.
Rasga la trama,
que el aire va
surcando la saeta que el blanco erró
y que surcan las esquirlas de mi pedregal.
Tira otra piedra, que has de ayudar,
piedra sobre piedra he de levantar
el dique que frene el brío de su amor.

domingo, 19 de febrero de 2012

¿HASTA CUÁNDO?

viernes, 9 de diciembre de 2011

ÍNTEGRAMENTE ÍNTEGRO

La integridad no existe.
Así lo pienso yo. No existen las personas íntegras. Sencillamente actuamos consecuentemente en función a nuestras circunstancias. Nuestra supuesta integridad depende de la situación en la que nos encontramos.
Si eres pobre, por ejemplo, tendrás una forma determinada de pensar y de actuar, una opinión concreta sobre ciertos temas y una visión específica de las cosas.
Si eres rico, tus pensamientos y actos son diferentes, así como tu opinión y tu forma de ver las cosas.
Pero, ¿qué ocurriría si al que es pobre lo convirtiéramos en rico y al que es rico lo convirtiéramos en pobre? Pues sencillamente intercambiarían sus pensamientos y opiniones. El que antes era pobre y señalaba al rico con el dedo, ahora como rico no se siente responsable de la situación del pobre, y el que antes era rico y no quería saber nada del pobre, ahora como pobre repudia al rico por su desentendimiento hacia los pobres. Es un poco lioso, pero en el fondo es muy simple. 
Y a todo esto podríamos preguntarmos: ¿Quién es más íntegro? ¿El rico o el pobre? ¿O los dos? ¿O ninguno? Pienso que simplemente no hay respuesta.
¿Y qué hay de los enchufes? No los de electricidad, sino los de trabajo. ¿Quién no ha hechado pestes sobre alguien al enterarse de que ha sido enchufado en un puesto de trabajo? Esto pone enfermo a cualquiera, ¿verdad? Porque nosotros somos íntegros y no soportamos estas injusticias... bueno, depende. Porque si el enchufe te lo ofrecen a tí la cosa cambia, ¿cierto? ¿Dónde queda aquí la integridad? Pues donde siempre, en ningún sitio.
Aun así, habrá quien se considere una persona íntegra. Eso está muy bien, pero de ahí a que lo sea...

miércoles, 21 de septiembre de 2011

LOBOS Y CORDEROS


Mi padre, que en paz descanse, siempre me decía: "arrímate a aquéllos que te puedan aportar algo y no a los que te puedan quitar".
Pero es tan difícil encontrar a alguien que te aporte algo. Y lo que es peor; es tan difícil encontrar a alguien que no te quite.
Vivimos en un mundo de lobos donde cada vez hay menos corderos y muchos de los que hay, no lo son en realidad, pues esconden un lobo dentro. Aunque nunca sabrás cuál ni cuándo te enseñará los dientes.
Si eres un cordero, tienes opciones para sobrevivir, aunque ninguna es del todo agradable:
Una, por ejemplo, es hacerte pasar por lobo. Para ello, tendrás que enseñar los dientes, aunque no engañarás a muchos, pues por mucho que te los afiles no se parecerán a los de un lobo.
También puedes intentar pasar desapercibido. Puedes mezclarte entre la multitud y procurar no abrir mucho la boca, para que no sepan quién eres. Puede que tengas suerte, aunque si un lobo te mira a los ojos, enseguida te descubrirá.
Otra opción sería convertirte tú en un lobo. Lo malo de esto es que se trata de una mutación traumática, pues en el fondo, siempre serás un cordero y te sentirás como tal.
Y es que la verdad es que cada vez más, el mundo es para los lobos. No sabría decir si son ellos los que se adaptan a la sociedad o la sociedad la que se adapta a ellos. En cualquier caso, ellos están predestinados a sobrevivir; ellos son el futuro.
Mi padre era desconfiado y yo lo soy también. Supongo que lo aprendí de él. Y de la misma forma es seguro que mis hijos lo aprenderán. Y no es que yo pretenda educarlos así, pero son niños y como tales, siempre intentan imitar a sus padres.
No sé si seré un buen ejemplo para ellos, pues no sé si tal desconfianza preventiva es buena o no. A mi, hasta ahora, no me ha servido para nada, pues como ya he dicho, si un lobo se fija en ti, no tienes escapatoria. Por mucho que desconfíes, por mucho que te prepares, siempre serás un cordero.
Yo lo soy, y siempre lo seré, para bien o para mal. Y siempre he estado, estoy y estaré alerta, receloso y apartado. Por lo que pueda pasar.
Así soy, no puedo evitarlo; o quizás no quiera.
Soy un cordero desconfiado; uno que a veces intenta pasar por lobo, otras pretende pasar desapercibido y que a veces, solo a veces, sueña con ser un lobo.



jueves, 21 de julio de 2011

ME HUNDO...

No puedo más…
Estoy agotado. Siento un continuo hormigueo en las piernas y apenas si puedo mover los brazos. Y el cuello… el dolor es enorme. Es como si tuviera cables por dentro y los estuvieran tensando continuamente. El dolor me sube por la nuca  y me inunda la cabeza.
Pero lo peor es el pecho… la presión que no me deja respirar. Solo pequeñas bocanadas que en absoluto bastan para llenarme los pulmones, ni por supuesto para oxigenar mi cerebro.
De ahí ese mareo. Ese mareo que unido al dolor no me permite pensar con claridad. La fatiga tampoco ayuda…

No creo que pueda resistir mucho más. Seguramente este sea el fin. Quizá debería serlo. ¿Por qué luchar? ¿Para qué? No conseguiré nada; no servirá de nada…
Es inútil esforzarse. De hecho, cuanto más lo intento menos fuerzas me quedan. Es lógico, ¿verdad?
Si al menos tuviera más fuerza… Puede que entonces consiguiera salir… Pero no me he cuidado lo más mínimo. Si alguna vez me hubiera preocupado por mí; por mi cuerpo… y por mi mente, claro…

Ya casi no puedo respirar por la boca y la nariz la tengo completamente atascada. No sé cuánto aguantaré… me ahogo. Irremediablemente me voy hacia el fondo… Y no podré evitarlo.

Quizás pudiera… y debiera… pedir ayuda. ¡Claro! A ellos. Deben estar ahí. Siempre están ahí, observando. Todos eso ojos impávidos en la oscuridad. Impasibles ante lo que ven. ¡Já! Como si acaso tuviera por qué preocuparles lo que me pase… ¿Por qué iba a preocuparles? No les importa en absoluto… pero no por ello dejan de mirar. Puede que hasta disfruten haciéndolo…

No siento mi cuerpo. Está dormido, prácticamente inerte. Puede que así tenga que ser. Puede que sea lo mejor. ¿Por qué no? Sería lo más fácil. Y se acabaría el sufrimiento… para siempre. “Muerto el perro, se acabó la rabia”. ¡Já! Siempre me ha gustado ese dicho…
A fin de cuentas ya no puedo hacer nada… ¿Y ellos? No les veo la más mínima intención de querer ayudarme. No querría tener que rebajarme a pedirles ayuda… pero es que… ¡joder! ¡Me ahogo! ¡No lo soporto más! ¡Dios!

Dios… Qué curioso. Siempre aparece cuando  peor están las cosas. Es lo único que nos queda, supongo. Incluso si no creemos en él. Yo nunca he creído, y no voy a creer ahora… solo es una expresión… “Dios”…

Me hundo… < No te resistas más… Solo déjate ir… Nada más… no te resistas, no… >

< …Pide ayuda, no seas tonto. Puedes salvarte. ¿Por qué tirarlo todo a la basura?... Tanto esfuerzo… >
¡Para nada! ¿De qué me ha servido? Nunca he sido capaz de terminar nada que haya comenzado. Cuántos comienzos para un único final… < Déjalo ir… >

Llegó. No puedo respirar. Es el fin. No hay vuelta atrás…Se acabó…

¡Los ojos! ¡Los ojos! < ¡Ayuda! ¡Asoma la cabeza y pide  ayuda! > ¿Sí? < ¡Hazlo! > …

…- ¡Ayudaaa!...

…por favor…