miércoles, 21 de septiembre de 2011

LOBOS Y CORDEROS


Mi padre, que en paz descanse, siempre me decía: "arrímate a aquéllos que te puedan aportar algo y no a los que te puedan quitar".
Pero es tan difícil encontrar a alguien que te aporte algo. Y lo que es peor; es tan difícil encontrar a alguien que no te quite.
Vivimos en un mundo de lobos donde cada vez hay menos corderos y muchos de los que hay, no lo son en realidad, pues esconden un lobo dentro. Aunque nunca sabrás cuál ni cuándo te enseñará los dientes.
Si eres un cordero, tienes opciones para sobrevivir, aunque ninguna es del todo agradable:
Una, por ejemplo, es hacerte pasar por lobo. Para ello, tendrás que enseñar los dientes, aunque no engañarás a muchos, pues por mucho que te los afiles no se parecerán a los de un lobo.
También puedes intentar pasar desapercibido. Puedes mezclarte entre la multitud y procurar no abrir mucho la boca, para que no sepan quién eres. Puede que tengas suerte, aunque si un lobo te mira a los ojos, enseguida te descubrirá.
Otra opción sería convertirte tú en un lobo. Lo malo de esto es que se trata de una mutación traumática, pues en el fondo, siempre serás un cordero y te sentirás como tal.
Y es que la verdad es que cada vez más, el mundo es para los lobos. No sabría decir si son ellos los que se adaptan a la sociedad o la sociedad la que se adapta a ellos. En cualquier caso, ellos están predestinados a sobrevivir; ellos son el futuro.
Mi padre era desconfiado y yo lo soy también. Supongo que lo aprendí de él. Y de la misma forma es seguro que mis hijos lo aprenderán. Y no es que yo pretenda educarlos así, pero son niños y como tales, siempre intentan imitar a sus padres.
No sé si seré un buen ejemplo para ellos, pues no sé si tal desconfianza preventiva es buena o no. A mi, hasta ahora, no me ha servido para nada, pues como ya he dicho, si un lobo se fija en ti, no tienes escapatoria. Por mucho que desconfíes, por mucho que te prepares, siempre serás un cordero.
Yo lo soy, y siempre lo seré, para bien o para mal. Y siempre he estado, estoy y estaré alerta, receloso y apartado. Por lo que pueda pasar.
Así soy, no puedo evitarlo; o quizás no quiera.
Soy un cordero desconfiado; uno que a veces intenta pasar por lobo, otras pretende pasar desapercibido y que a veces, solo a veces, sueña con ser un lobo.