jueves, 21 de julio de 2011

ME HUNDO...

No puedo más…
Estoy agotado. Siento un continuo hormigueo en las piernas y apenas si puedo mover los brazos. Y el cuello… el dolor es enorme. Es como si tuviera cables por dentro y los estuvieran tensando continuamente. El dolor me sube por la nuca  y me inunda la cabeza.
Pero lo peor es el pecho… la presión que no me deja respirar. Solo pequeñas bocanadas que en absoluto bastan para llenarme los pulmones, ni por supuesto para oxigenar mi cerebro.
De ahí ese mareo. Ese mareo que unido al dolor no me permite pensar con claridad. La fatiga tampoco ayuda…

No creo que pueda resistir mucho más. Seguramente este sea el fin. Quizá debería serlo. ¿Por qué luchar? ¿Para qué? No conseguiré nada; no servirá de nada…
Es inútil esforzarse. De hecho, cuanto más lo intento menos fuerzas me quedan. Es lógico, ¿verdad?
Si al menos tuviera más fuerza… Puede que entonces consiguiera salir… Pero no me he cuidado lo más mínimo. Si alguna vez me hubiera preocupado por mí; por mi cuerpo… y por mi mente, claro…

Ya casi no puedo respirar por la boca y la nariz la tengo completamente atascada. No sé cuánto aguantaré… me ahogo. Irremediablemente me voy hacia el fondo… Y no podré evitarlo.

Quizás pudiera… y debiera… pedir ayuda. ¡Claro! A ellos. Deben estar ahí. Siempre están ahí, observando. Todos eso ojos impávidos en la oscuridad. Impasibles ante lo que ven. ¡Já! Como si acaso tuviera por qué preocuparles lo que me pase… ¿Por qué iba a preocuparles? No les importa en absoluto… pero no por ello dejan de mirar. Puede que hasta disfruten haciéndolo…

No siento mi cuerpo. Está dormido, prácticamente inerte. Puede que así tenga que ser. Puede que sea lo mejor. ¿Por qué no? Sería lo más fácil. Y se acabaría el sufrimiento… para siempre. “Muerto el perro, se acabó la rabia”. ¡Já! Siempre me ha gustado ese dicho…
A fin de cuentas ya no puedo hacer nada… ¿Y ellos? No les veo la más mínima intención de querer ayudarme. No querría tener que rebajarme a pedirles ayuda… pero es que… ¡joder! ¡Me ahogo! ¡No lo soporto más! ¡Dios!

Dios… Qué curioso. Siempre aparece cuando  peor están las cosas. Es lo único que nos queda, supongo. Incluso si no creemos en él. Yo nunca he creído, y no voy a creer ahora… solo es una expresión… “Dios”…

Me hundo… < No te resistas más… Solo déjate ir… Nada más… no te resistas, no… >

< …Pide ayuda, no seas tonto. Puedes salvarte. ¿Por qué tirarlo todo a la basura?... Tanto esfuerzo… >
¡Para nada! ¿De qué me ha servido? Nunca he sido capaz de terminar nada que haya comenzado. Cuántos comienzos para un único final… < Déjalo ir… >

Llegó. No puedo respirar. Es el fin. No hay vuelta atrás…Se acabó…

¡Los ojos! ¡Los ojos! < ¡Ayuda! ¡Asoma la cabeza y pide  ayuda! > ¿Sí? < ¡Hazlo! > …

…- ¡Ayudaaa!...

…por favor…